viernes, 8 de agosto de 2008

Universidad y Globalización: ¿Conceptos excluyentes?

por Josué Luna Cosmes




Así pues, el ensayo permite incursionar emocional e
intelectualmente en la universidad, invita a interpretar
e interpretarse con intención crítica, polémica y creativa.
La universidad requiere de más y mejores ensayos.
Quizá la universidad es el más talentoso ensayo que los
universitarios han creado.

César Carrizales R.

Sin duda alguna incursionar en los derroteros del conocimiento en-con-para la universidad es motivo suficiente para convocar, a un tiempo, a todas esas experiencias del mundo dormidas y anquilosadas en el transitar institucional. La filosofía, por ejemplo, clama por un espacio de subversión para decirle al sujeto cuál es su condición toda de ser: La reflexión, por su parte, busca incesantemente a la soledad para crear flujos de sentido en el habitar universitario. Podríamos enumerar así, una por una, estas llamadas lecturas del mundo para interpretar los decires, caminares y mirares de nuestra universidad.



Sin embargo, no podemos dejar de invocar a aquella mirada dura y a la vez sensible, acuciante y reveladora de nuevos enigmas y nuevas certezas temporales apenas. Signo distintivo de la universidad contemporánea, ha creado en torno suyo tal legitimidad, que ha merecido ser elevada al rango de concepto estelar de la Formación: La Crítica, así entendida, nos incita ahora a renovar el pensamiento mismo y buscar en los entretejidos histórico-conceptuales un camino plausible de significación para los elementos tan cercanos a nos pero, a la vez, con tal distancia de sentido de por medio, que bien pareciese nunca poder abrazarles con plenitud.



Así, aunada a la universidad, la globalización hace presencia para intentar un encuentro con su identidad y con los signos que la acompañan en el transitar histórico de las sociedades occidentales: el liberalismo, neoliberalismo, las políticas educativas, tendencias, desafíos; en fin, signos todos de la contemporaneidad que pugnan por un espacio seguro, certero, en esta época caracterizada más por la incertidumbre y el desamparo que por la seguridad y confianza en el futuro.



¿El pre-texto? Las noticias que hablan desde los organismos internacionales sobre desafíos educativos para México y las políticas que negocian el premio o castigo de las instituciones detentadoras del mismo control educativo. Es esta la condición que incita a discutir, por ejemplo, el que la OCDE considere a la educación “uno de los más grandes desafíos para México”[1]; “La disputa por la educación transnacional”[2]; “El trabajo de la UABJO con limitaciones presupuestales”[3]; “la negación de más recursos para la educación indígena”[4]; la movilidad de conocimientos promovida en los 4 Congresos internacionales celebrados durante el mes de Agosto de 2004, en Oaxaca; la “disminución del presupuesto educativo para la SEP”.[5]



Todas estas notas nos hacen pensar en una intrincada y compleja relación globalización, modernidad y educación. Ante esto, el tratamiento dado a estos temas intenta ser un panóptico, un referente amplio, un delirio de conciencia que acierte a constituir un lugar, si no seguro, por lo menos malicioso para pensar los escurridizos signos encontrados en las noticias diarias, permeadas de valoraciones, exaltaciones, afirmaciones, imperativos.








... y la modernidad devino modernización y se perdieron los sentidos



¿Sería posible alcanzar una articulación coherente en los signos de la globalización y universidad? ¿Cuál es el sentido que adquiere la Universidad ante los retos de la globalización? ¿Son acaso co-incidentes, dependientes, posibles uno a pesar del otro? No estamos de acuerdo con ese baremo para los retos universitarios. Nuestro desacuerdo se da en relación a la concepción de trabajo futuro de los centros universitarios como el presentado por Rafael Rangel Sostmann en Las Universidades y el Reto de la Apertura, en el que va desarrollando una serie de tareas que debe cumplir la universidad para apoyar a las empresas en la tarea de consolidar su productividad. En el punto dos, concretizando, encontramos que desde la perspectiva del autor citado: “Las universidades deben, además, estrechar sus relaciones con las empresas, a fin de conocer mejor los problemas particulares de dichas organizaciones para orientar la investigación al desarrollo y transferencia de tecnologías que impulsen la productividad.”[6] ¿Porqué mostrarse resistentes ante este planteamiento?, ¿Es que las áreas de investigación que él propone como propias de los institutos de educación superior, tales como “La creación de modelos de control total de calidad adaptados a nuestras empresas e instituciones”[7] no resulta de importancia para el fin y desarrollo pleno de las universidades? Lo que vamos a encontrar, nos parece, es un espacio mucho más amplio de reflexión que evita en lo posible mantener la posición reducida del pensamiento centrado en la administración y el control.



El texto de Rangel Sostmann. es únicamente un indicio. La perspectiva que podemos ver como amplitud de pensamiento y en la cuál se haya inserta esa lectura bien podría ser ejemplificada con miles de textos más que circulan en nuestro país, llámense estos Programa Nacional de Educación, Declaración Mundial sobre la Educación Superior en el Siglo XXI[8] o Declaración Mundial sobre Educación[9], y que hablan de Universidad, hablan de retos de la educación, hablan de deberes de la universidad y hablan de misiones de la universidad; pero no hablan, a nuestro parecer, del sentido de la universidad para los universitarios mismos. Entonces, habría que abordar ideas tales como la Globalización, el Liberalismo, Neoliberalismo, el sentido de las universidades pero, sobre todo, un concepto que le brinda un horizonte amplio a todas estas reflexiones y nos permite, además, comprender el devenir de estas concepciones: la Modernidad.



¿Tiene acaso algún valor reflexionar o estudiar en nuestro contexto al concepto de Modernidad? ¿No es acaso un tema bastante estudiado que ha constituido cierto anclaje sobre su identidad y constitución? ¿Qué relación guarda, a fin de cuentas, con los temas que nos interesan, globalización y universidad? Asumimos en este momento que ha sido la modernidad, la cuál intentamos desarrollar más adelante, la que ofrece un espacio propio de crecimiento fecundo a la globalización, así como a sus signos que la identifican: marcada tendencia a la homogeneización, supremacía de lo económico y pérdida de poder del Estado-nación como integrador de la identidad, la cultura y la economía; predominio de los fines y valores del mercado, sensación de incertidumbre y perplejidad, resurgimiento de los nacionalismos excluyentes[10].



Como encuentra Jürgen Habermas[11], la palabra modernidad data del siglo V de nuestra era. En esta idea, encontramos que la palabra hacía una diferencia entre el mundo antiguo y lo nuevo, la época anterior, del pasado, y la época actual. Podemos observar además cierta actitud, una actitud que le da mayor relevancia a lo nuevo sobre lo viejo. Valora lo nuevo y desprecia lo viejo como anticuado.


A partir del S. XVI esta actitud va a ser promovida en todos los ámbitos, se vuelve común y es lo que permite a la historia occidental salir del periodo conocido ahora como Medioevo. Nuestro referente más significativo de esta re-significación es, vale decirlo, el Renacimiento. Es en este despliegue mundial (de lo que entonces se concebía como el mundo, o el mundo conocido) de visiones artísticas, filosóficas, intelectuales, políticas, comerciales, culturales a fin de cuentas, donde se comienza a vivir una época singular por la reflexión que surge hacia el tiempo, es decir, la conciencia histórica.



¿Cuál es, entonces, el sentido que imprimen en su crítica a la modernidad la escuela de Frankfurt y autores como Habermas o T. Adorno? ¿Hay acaso claroscuros en esta clara referencia a la razón y sus derivaciones, supuestos, implicaciones? Como lo comenta G. Menéses, “el problema es que la modernidad decayó en modernización”, control, medición, administración y técnica. Decayó entonces a Racionalidad Instrumental. Se pasó de preguntar por el sentido, esto es, la pregunta que brindaba identidad a la modernidad, a preguntar por la utilidad. La pregunta moderna, decíamos, es el sentido; la pregunta que se hará la modernización[12] es ¿para qué sirve, cuál es su utilidad? La utilidad, como sabemos, es un concepto económico, implica ganancia, técnica, ahorro. El sujeto de la modernización es un sujeto cosificado por el mundo de la utilidad, lo técnico, un mundo light[13] donde la búsqueda, indagación, se va a centrar en la disminución de costos, la creación y/o transferencia de tecnologías que resulten relevantes para impulsar dicho desarrollo [el industrial][14].



Lo que consideramos adecuado, luego entonces, deviene de una idea planteada por C. Carrizales, quien suponía que en una sociedad tenía que haber modernización, que incluso puede ser considerada relevante, pertinente, pero no una modernización que sacrifique el sentido en aras de la eficiencia. Los dos aprendizajes vislumbrados por Habermas, aprendizajes instrumentales (que nos permiten manejarnos eficientemente por el mundo, mecanizar acciones que así lo requieran) y aprendizajes ideativos (que nos ayudan a orientarnos en el mundo) pueden ser complementarios. No podríamos, en todo caso, imaginar una forma de vida donde reflexionáramos cada acción realizada o por realizar, pensemos simplemente en el acto de tomar el autobús o manejar un vehículo, donde no resulta relevante preguntar verdaderamente por el sentido de tales acciones.



La complementariedad de los aprendizajes a los que hacíamos referencia sólo encuentra un sustento en el reconocimiento de nuestras deficiencias en la búsqueda por el sentido, el sentido universitario, el sentido humanístico. Si podemos reconocernos analfabetas técnicos, tecnológicos, también habría que hacer una fuerte crítica, inspirados por esta idea de modernidad, de auto-conciencia, hacia nuestro analfabetismo humanístico. Como señala Carrizales, “...las universidades están entre dos analfabetismos: el tecnológico y el humanista. El primero es ampliamente sentido, reconocido y existen estrategias para reducirlo; en cambio, el segundo es menos sentido, poco reconocido y aún menos combatido.”[15] La reflexión que da pie a esta idea, entonces, nos sitúa en el campo de reconocimiento de la atención a esta doble dimensión de la modernidad, modernización. Pensamos que la idea instrumental de la época no constituye un camino significativo para la universidad, ya que “...un mundo alfabetizado en lo tecnológico y analfabeta en lo humanístico nunca será el mejor de los mundos anhelados y posibles”[16].



Hay hasta este momento una intención clara –pensamos- por considerar al compromiso humanista de la universidad. “No son pocos quienes piensan que el sentido humanista está en tránsito de ser sustituido por la racionalidad técnico-instrumental.”[17] Creemos por lo tanto que el comprender esta dimensión y tiempo en que se ha movido nuestra época, la modernidad; nuestro sistema político y económico, delirante por la globalización; y nuestra universidad, sufriendo los embates de las tendencias institucionales nacionales e internacionales, es un paso importante en la búsqueda del sentido amplio que para nosotros puede alcanzar el espíritu universitario.







[1] Diario Noticias. Oaxaca, 23 de septiembre, 2004.





[2] Ibídem.





[3] Ib.





[4] Ídem. 24 de septiembre, 2004.





[5] Ídem. 07 de octubre, 2004.





[6] RANGEL Sostmann, Rafael. “Las universidades y el reto de la apertura”. En: ARIOLA, Carlos (Compilador) Testimonios sobre el TLC. Pág. 177.





[7] Ibídem.





[8] CONFERENCIA Mundial sobre la Educación Superior. Declaración Mundial sobre la educación superior en el siglo XXI: Visión y acción. Paris: UNESCO. 9 de octubre de 1998.





[9] CONFERENCIA Mundial sobre Educación para todos. Declaración Mundial sobre educación para todos. “Satisfacción de las necesidades básicas de aprendizaje”. Jomtien, Tailandia: UNESCO. 9 de marzo de 1990.





[10] Estas son algunas de las características y/o manifestaciones atribuidas a la globalización que se desarrollan en ARELLANO Duque, Antonio y BELLO de Arellano, Ma. Eugenia. “Espíritu de la época, pedagogía y universidad”. En: Revista de la Educación Superior. Vol. XXX (3), No. 119, julio-septiembre de 2001, pág. 106. ISSN: 0185-2760. Es también de notar que los autores hacen una consideración de tres perspectivas explicativas de la globalización según el eje fundamental teórico en que se insertan, a saber: globalización como expansión del capitalismo; Glob. como fenómeno cultural y; glob. desde lo epistemológico.





[11] HABERMAS, Jürgen. El discurso filosófico de la modernidad. Ed. Taurus.





[12] Así es, si la referencia inmediata que nos viene a la mente en materia de política educativa nacional, el ejemplo claro de lo que constituiría la búsqueda de la utilidad en la educación, es la llamada “modernización educativa” del gobierno salinista y más acá, no es por otra razón sino la tradición instrumental en la cuál se inscribe y que se niega con gran vehemencia en el discurso. Cfr. con el texto de SAXE Fernández, John. Globalización, poder y educación pública. CEIICH-UNAM. Documento de internet. Pág. 2, cuando se refiere a las universidades tecnológicas, inscritas en esta racionalidad instrumental, como “Un mecanismo utilizado para capacitar personal en labores técnicas inmediatamente requeridas por las empresas, es decir, egresados de visión acrítica y angosta sin formación en la tradición humanista, la historia y los fundamentos del conocimiento científico...”





[13] cfr. con RADETICH P. Horacio. La sangre y las letras. Lecturas del CIEFAD. Oaxaca: UABJO, 1997. Pág. 19. “La moderna cultura “light” va de la mano con es soberbia propia de la “cultura de masas” de creer que la asertividad (...) es un pecado y de esa tendencia a certificar como válido lo que sobre la educación (...) dicta el sentido común sin someter a crítica (...) porqué se dice de esa manera y cuáles son los criterios que rigen tales formulaciones”.





[14] Rangel Sostmann, R. Op. Cit. Aunado a esto, el autor también propone como área de investigación La creación de modelos de control de calidad adaptados a nuestras empresas e instituciones, punto que ejemplifica por demás los planteamientos hechos hasta el momento.





[15] CARRIZALES R. César. Paisajes Universitarios. UAEM: Ed. Praxis. 2001. p. 69. Continuando con esta idea de la complementariedad, Carrizales expresa además que Reconocer la posibilidad de crear nexos para ambas alfabetizaciones es un buen punto de partida, pues la tensión entre ambas tendencias es ampliamente conocida; las elites humanistas y las técnicas requieren comunicarse, no para reiterar las consabidas mutuas acusaciones de conservadores tradicionalistas, por un lado, y te tecnócratas utilitaristas, por el otro, sino para establecer una estrategia que permita a la universidad modernizarse sin dejar de ser ella.





[16] Ibídem.





[17] Ídem. p. 73.




1 comentario:

  1. Hola, este texto me resulta bastante interesante, quiero mandar un gran saludo al autor del texto y espero encontrar muy pronto nuevos articulos de él, hasta prontito. Jary

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